Autonomía y resiliencia
La autonomía y la resiliencia son fundamentales para el bienestar de los adolescentes.
La autonomía es la facultad de tomar decisiones y de actuar en consecuencia, una habilidad esencial para el bienestar de los adolescentes, ya que desempeña un papel crucial en la formación de su resiliencia.
Sin resiliencia, los adolescentes no tendrán la capacidad de adaptarse a cambios o perturbaciones que amenacen su estabilidad y bienestar. La autoidentidad es la base de la autonomía y la resiliencia, de la autoestima y del sentimiento de importancia.
Hay una serie de factores que influyen en cómo se autoidentifica un adolescente, entre ellos su edad, religión, etnia, orientación sexual, identidad y expresión de género, dónde vive y si tiene alguna discapacidad.
Los espacios seguros para formar y expresar la propia identidad tienen importancia capital durante la adolescencia, una etapa en la que se desarrollan las pautas de vinculación con la comunidad en general —sobre todo con los compañeros— y se experimenta por primera vez la necesidad de una mayor independencia.
Sentirse conectado y contribuir a la sociedad es vital para el bienestar de los adolescentes. Una red social de apoyo formada por padres, compañeros y profesores puede mejorar la salud mental y conductual de los adolescentes y aportar beneficios para toda la vida.
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Los adolescentes y jóvenes pueden ayudar a sus familias, vecinos y comunidades de diversas formas, como el voluntariado.
El voluntariado fomenta valores positivos como el cuidado, la igualdad, la justicia social, la integridad, la honestidad, la responsabilidad, la moderación, la empatía y la comunicación, que pueden reducir los comportamientos de riesgo y mejorar la salud física y mental.
Involucrarse en los problemas de la comunidad a través del voluntariado crea un sentido de propósito y significado que puede durar toda la vida.
Vinculación, valores positivos y contribución a la sociedad
Aprendizaje, competencias, educación, habilidades y empleabilidad
La educación, la salud y el bienestar están estrechamente relacionados, y la preparación para la educación superior y la carrera profesional son hitos importantes para los adolescentes. La educación, las oportunidades de aprendizaje y el desarrollo de habilidades ayudan a los adolescentes a pasar sin problemas a la edad adulta.
Una educación de calidad proporciona competencias para una futura empleabilidad, más autonomía, una vida productiva más larga y una mayor productividad y, en última instancia, un mayor bienestar.
La escuela y la formación profesional pueden ayudar a preparar a los adolescentes para el empleo proporcionándoles una serie de conocimientos y aptitudes importantes, que incluyen aptitudes sociales e interpersonales y habilidades emocionales necesarias para un funcionamiento saludable en sociedad.
Los esfuerzos educativos deben llegar también a quienes han abandonado la escuela, como los niños trabajadores, las adolescentes casadas o embarazadas, o los alumnos que no encajan en el sistema educativo tradicional.
Invertir en educación y empleabilidad durante la adolescencia es invertir en el bienestar futuro.
La adolescencia es una época de cambios significativos, tanto físicos como psicológicos y sociales. Durante este periodo, los adolescentes desarrollan valores y comportamientos que conformarán su futuro como adultos.
Estos comportamientos pueden referirse a la dieta, la actividad física, el consumo de sustancias y la actividad sexual. Si intervenimos durante este periodo, podemos contribuir a garantizar la seguridad de los adolescentes a medida que crecen y proteger su bienestar.
Para favorecer un desarrollo saludable hasta la edad adulta, es importante crear un entorno seguro y favorable que proteja a los adolescentes de daños físicos y fomente la igualdad y la no discriminación.
Esto significa proporcionar seguridad física y psicológica y proteger a los adolescentes de toda forma de violencia, abuso, explotación y lesiones.
Los adolescentes deben tener cubiertas sus necesidades materiales y han de ser tratados de manera justa y con igualdad de derechos. Deben ser libres de practicar sus creencias, expresar su identidad, tener intimidad y disponer de los recursos y oportunidades que les permitan prosperar.
Seguridad y entorno propicio
Buena salud y alimentación óptima
Una buena salud y una alimentación óptima significan tener la capacidad de afrontar las tareas y los retos con eficacia. No se trata únicamente de evitar las enfermedades y la mala alimentación.
La salud y la nutrición de adolescentes y jóvenes pueden verse afectadas por factores como el cambio climático, la globalización, la urbanización y los cambios en los hábitos alimentarios. Esto a menudo da lugar a lo que se denomina una «triple carga de malnutrición», en la que los adolescentes pueden estar desnutridos, carecer de nutrientes vitales o tener sobrepeso.
Para abordar la salud y la alimentación de los adolescentes, las políticas y los programas no solo deben centrarse en mejorar la nutrición, sino también abordar problemas como las lesiones por accidentes de tráfico, el acceso limitado al agua potable, las instalaciones sanitarias inadecuadas y el abuso de sustancias.